De Madrid al Sol, o cómo insistir en “estrellarse”

No voy a dedicarle mucho tiempo a esto porque, sinceramente, no lo merece. Pero así como la puesta en escena de Piensa Sol a principios de octubre atrajo el comentario y crítica de numerosos observadores (aquí, aquí, aquí & aquí, por ejemplo), parece que los giros que el proyecto ha dado recientemente no han recibido la misma atención.

En realidad no son muchos los cambios. A la encuesta original (que comprendía tres preguntas) se le ha añadido ahora un ‘segundo lote de preguntas’. Se trata de seis nuevas preguntas: (i) sobre género; (ii) la frecuencia con la que visitas la plaza; (iii) sobre lo que se cree le falta a la plaza: sombras, comercio, asientos, ‘espacios para la reflexión colectiva’; (iv) sobre lo que le sobra a la plaza: tráfico, quioscos de prensa, gente (!!), espectáculos callejeros, monumentos; (v) sobre el “carácter” de la plaza: si es un lugar de encuentro, un centro comercial, un intercambiador de transportes, un foro de expresión colectiva, o un hito turístico; y finalmente, (vi) una pregunta que busca conocer si la plaza debe o no peatonalizarse totalmente.

A estas preguntas se le suma un extraño buzón de sugerencias, que he encontrado, no en la página de Piensa Sol sino en la de la entidad convocante, Madrid Think Tank.

He dicho que no iba a dedicarle mucho tiempo a los nuevos desarrollos pues, de una parte, no son sustancialmente significativos, y de otra, la opinión que me merecen no difiere de la que ya expresé en su momento. Pero sí quiero hacer algunas observaciones:

1. Las preguntas siguen sin tener fundamentación o interés sociológico alguno. Sigo sin entender su arbitrariedad:

a. No interesa saber de dónde vienen ni cómo llegan los visitantes a la plaza (de qué otras partes de Madrid o de la región, o de más allá); ni cuánto tiempo permanecen, ni qué hacen cuando están allí, ni hacia dónde van posteriormente.

b. Es decir, no interesa saber quiénes son estas personas: sus perfiles socio-demográficos, identitarios, etc.

c.  ¿Por qué se pregunta si lo que le sobra a la plaza es tráfico, o “aglomeraciones de gente”, y no si le sobran comercios o dispositivos de seguridad o publicidad?

d. Los elementos que se identifican como posibles “ausencias” en la vida de la plaza son igualmente caprichosos: asientos, sombras, comercios… ¿Y un huerto urbano? ¿O un aula abierta educativa? ¿O un interfaz de experimentación digital-urbanística?

El problema de este ejercicio, en suma, es que las personas que lo han ideado ya saben lo que es una plaza. Nos invitan a decorar la plaza con elementos que ellos presuponen son los propios del diseño paisajístico de la misma. Por eso nos llaman a “poner” o “quitar” cosas de la forma de la plaza. En ningún momento se nos está proponiendo redefinir la forma “plaza” misma.

2. No entiendo para qué sirve el buzón de sugerencias. Se puede enviar cualquier cosa: desde fotos, hasta memorias científico-tecnicas, poemas, dibujos. Y digo yo, ¿qué demonios van a hacer con todo esto? ¿En qué cabeza cabe que una invitación a enviar propuestas, así, a lo loco, sirve de algo?

Todo esto es muy chapucero. Y es una pena, porque el ejercicio merece la pena, es oportuno y, muy especialmente, porque existe ya un cuerpo de pensamiento vivo sobre lo que Sol podría llegar a ser.

Lejos estamos del ‘Madrid al cielo’. Por este camino al Sol todo lo que haremos será estrellarnos.

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