Componer (la crítica): un ejercicio común (La crítica a paseo IV)

¿Qué formas de asociación política son posibles en la ciudad? El 15M impugnó desde su primer momento la forma de asociación tradicional de la política, la política remunerada: los partidos. El grito repetido de ‘si tenemos asambleas, gobierno para qué’ trataba de hacer visible que las asambleas en la calle eran otra forma de asociación política ciudadana/vecinal y modo de gobernanza urbano. Tras esa impugnación máxima venía una crítica mordaz a otra de las formas de asociación política urbana paradigmática: las asociaciones vecinales. Ha llovido desde que las primeras asociaciones de vecinos en España cuajaran a finales de la década de los sesenta y fueran legalizadas en la década siguiente. Un movimiento vecinal (el español) que fue señalado como singular y excepcional en toda Europa. Las asociaciones de vecinos consiguieron en su momento hacer de la ciudad un espacio más habitable y fueron, sobre todo, una escuela política en la que se formaron con una sensibilidad particular muchos de quienes después pasarían a gestionar las grandes ciudades como Madrid y Barcelona. Jordi Bonet señalaba meses atrás en una intervención en el Reina Sofía el cambio radical que hubo en la gestión urbana de Barcelona desde la década de los ochenta a la primera década del siglo XXI. Quienes se incorporaron al ayuntamiento en aquella primera generación tras la dictadura habían aprendido a hacer ciudad en las asociaciones vecinales, quienes lo han hecho en la última década llegan con un aprendizaje realizado en las escuelas de negocios. La mirada de cada uno sobre la ciudad y su sensibilidad urbana son dos mundos; que cada uno saque conclusiones.

Si señalo a las asociaciones de vecinos es porque se han convertido en la forma de organización que en buena medida monopoliza la representación ciudadana/vecinal en la ciudad. Las diferencias entre las asociaciones de un barrio y otro pueden ser radicales. Un barrio donde su asociación apoya una okupación y otro donde la denosta y azuza a la policía para ejecutar el desalojo. Así que no es de extrañar que haya recibido en no pocas ocasiones el rechazo y la crítica ardiente del activismo. Asambleario, autónomo, anarquista… una parte importante del activismo moviliza de manera recurrente el lenguaje bélico del antagonismo, la resistencia y la disidencia. No hay lugar para los espacios (literalmente) institucionalizados ni para aquellos que osan hollarlos. La invocación de una cierta noción de pureza política establece los límites y alcance del debate que es posible mantener. Hay otros a los que se les niega la palabra y la posibilidad de interlocución porque son impuros, hay lugares que no se pueden pisar y personas a las que no se les puede hablar.

Ni del lado de unos ni del lado de otros, toda una serie de iniciativas surgen en los últimos años al margen de los cauces institucionales. Iniciativas que exploran otros modos de organización, otras formas de asociación política desde las que se movilizan metodologías de intervención en la ciudad y que despliegan novedosas (o al menos singulares) infraestructuras para pensar en común. Carecen de la forma institucional de las asociaciones (y por lo tanto carecen de legitimidad para interlocutar con las instituciones) y al mismo tiempo ignoran esa política de la pureza que determinado activismo moviliza (y son por lo tanto ignorados por impuros). Al margen de unos y otros, tantean otras maneras de hacer política en la ciudad, con la ciudad, de la ciudad. La cuarta sesión de los seminarios ‘Sacar la crítica a paseo. Ensayos para la composición de otra ciudad posible’ discute con dos de estas iniciativas sus modos de hacer. El Vivero de Iniciativas Ciudadanas (VIC) surge como un proyecto que cataloga esos modos de hacer que antes que ‘protesta’ tienen como su referente la ‘propuesta’. Una distinción que señala otras formas de asociación ciudadana distintas de las existentes. #LaMesa, como es conocida por los participantes en la Mesa de Proyectos ciudadanos de gestión de lo público, es quizás uno de esos proyectos. Una iniciativa surgida a finales de 2012 que se configura como un espacio abierto de trabajo sobre la ciudad y que persigue promover iniciativas ciudadanas. Todos ellos son ejercicios que nos interpelan para hacer de lo colectivo un asunto que nos concierne. Nos encontramos ante ejercicios de composición, donde componer es poner con a unos junto a otros: ofrecer el espacio (y por qué no, la infraestructura) en la que los demás (quienes quieran que estos sean) se reúnen en torno a los asuntos que nos conciernen. O más aún, donde los asuntos que nos conciernen son el efecto de poner a unos junto a otros.

En esta situación se abren mil y una preguntas: ¿estamos ante ejercicios cuyo gesto crítico está en asumir que cualquiera de nosotros puede ser un sujeto crítico?, ¿qué otras formas de asociación política son posibles en la ciudad?, ¿cuáles son las infraestructuras que necesitamos para poder pensar en común e imaginar una ciudad distinta?…

IV. COMPONER: UN EJERCICIO COMÚN
LUNES 3 DE JUNIO. 17.00-19.30 (MEDIALAB-PRADO).

Vivero de Iniciativas Ciudadanas y #LaMesa.
Con Ernesto García López y Michael Janoschka.
La participación política en la ciudad ha gravitado entre las formas de asociación política institucionalizadas (como asociaciones de vecinos) o el activismo militante que se ubica a menudo en el antagonismo y la disidencia. En tiempos recientes, sin embargo, toda una serie de nuevas formas de asociación política ciudadana han comenzado a aparecer. El Vivero de Iniciativas Ciudadanas (VIC) surge como un proyecto que cataloga esos modos de hacer que antes que ‘protesta’ tienen como su referente la ‘propuesta’. Una distinción que señala otras formas de asociación ciudadana distintas de las existentes. #LaMesa, como es conocida por los participantes en la Mesa de Proyectos ciudadanos de gestión de lo público, es quizás uno de esos proyectos. Una iniciativa surgida a finales de 2012 que se configura como un espacio abierto de trabajo sobre la ciudad y que persigue promover iniciativas ciudadanas. Todos ellos son ejercicios que nos interpelan para hacer de lo colectivo un asunto que nos concierne. Nos encontramos ante ejercicios de composición, donde componer es poner con a unos junto a otros: ofrecer el espacio (y por qué no, la infraestructura) en la que los demás (quienes quieran que estos sean) se reúnen en torno a los asuntos que nos conciernen. ¿Estamos ante ejercicios cuyo gesto crítico está en asumir que cualquiera de nosotros puede ser un sujeto crítico?
 

Imagen de Enrique Espinosa (de PKMN).

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